Qué hacer en Puebla Qué hacer en Puebla

Qué hacer en Puebla (México) y cómo disfrutar tu viaje al máximo

¿Planeas visitar Puebla? Esta guía completa te lleva por lo mejor que ver y hacer en la ciudad: sitios históricos, museos imperdibles, actividades únicas, excursiones a Pueblos Mágicos y una exploración profunda de su gastronomía. Todo desde una experiencia real, personal y directa, ideal para que vivas Puebla como se debe: con los cinco sentidos.

Puebla es de esas ciudades que se te meten bajo la piel casi sin darte cuenta. Tiene algo en el aire—una mezcla entre historia viva, colores que no se apagan y una cotidianidad que late con fuerza—que hace que siempre quieras quedarte un poco más. Recuerdo la primera vez que llegué: me sorprendió ese equilibrio tan suyo entre lo moderno y lo tradicional. Sí, hay avenidas amplias y centros comerciales enormes… pero basta con dar unos pasos hacia el centro histórico y todo cambia. Las calles se vuelven adoquinadas, las fachadas parecen salidas de una postal, y de pronto, el ritmo de la ciudad se desacelera, como si te invitara a bajar la guardia y simplemente caminar. Sin prisa.

En esta guía quiero contarte, con la mayor honestidad posible, lo mejor que tiene Puebla. Porque si estás pensando en visitarla, lo ideal es que vengas con los sentidos bien despiertos. Aquí te espera una experiencia rica en cultura, historia, arte, una gastronomía que enamora (de verdad) y ese “algo” difícil de explicar que los poblanos llaman magia… y vaya que lo es.

Qué ver en Puebla: lugares que no te puedes perder

Zócalo de Puebla

El Zócalo es el corazón palpitante de Puebla. Es el lugar perfecto para comenzar a explorar la ciudad porque, de alguna forma, todo empieza —y acaba— ahí. Esta plaza central está viva. Siempre. Rodeada de portales coloniales que resguardan cafés, tiendas y secretos de otra época, el Zócalo es un oasis verde lleno de árboles, fuentes burbujeantes, vendedores ambulantes que ofrecen desde globos hasta elotes, artistas callejeros que improvisan, y familias que simplemente disfrutan del día.

Desde temprano por la mañana hasta bien entrada la noche, aquí siempre pasa algo. El ritmo nunca se detiene, pero tampoco agobia. Puedes sentarte en uno de los bancos, con un helado o un café en la mano y mirar cómo transcurre la vida a tu alrededor. Ves niños correteando entre las palomas, parejas tomándose fotos, músicos tocando… y en medio de todo eso, sin darte cuenta, te descubres sonriendo. Porque en ese momento, aunque seas forastero, te sientes parte de la ciudad. Como si Puebla te hubiera hecho un huequito en su día a día.

Catedral de Puebla

Justo frente al Zócalo se alza, con toda su elegancia y carácter, la Catedral de Puebla. Es imposible no verla. Imponente y majestuosa, se ha ganado su lugar como uno de los grandes íconos de la ciudad —y no es para menos: sus torres, altísimas, son de las más altas de América Latina y parecen querer tocar el cielo poblano. La cantera gris de su fachada, seria y solemne, contrasta con el azul intenso del cielo, creando una imagen que uno difícilmente olvida.

El interior de la catedral es sobrecogedor. Los techos se elevan como si no tuvieran fin, los retablos dorados brillan con una luz que parece venir de otra época, y cada escultura parece colocada con una intención muy clara. En el centro, el altar mayor —obra del reconocido Manuel Tolsá— se impone con elegancia. Caminar por su nave central te hace sentir pequeñito, como si el lugar quisiera recordarte que estás frente a algo mucho más grande que tú. Y la verdad es que, aunque solo estés unos minutos dentro, su recuerdo permanecerá en tu mente.

Catedral de Puebla

Templo de Santo Domingo y Capilla del Rosario

A pocos minutos caminando desde la catedral se encuentra una verdadera joya del barroco: la Capilla del Rosario, dentro del Templo de Santo Domingo. Es difícil describir con palabras lo que se siente al entrar. Todo está cubierto de oro: techos, columnas, altares… cada centímetro decorado con detalles intrincados y figuras angelicales.

La atmósfera aquí es muy especial, aunque no seas creyente. Muchos visitantes no la conocen, pero para mí fue uno de los momentos más impactantes de mi visita a Puebla.

Callejón de los Sapos

El Callejón de los Sapos tiene un encanto muy particular. Es una calle empedrada y estrecha, con fachadas de colores que le dan un toque muy alegre. Tiene alma de barrio antiguo y corazón bohemio. Y es que basta con poner un pie ahí, especialmente un fin de semana, para que el tiempo se te escape entre puestos de antigüedades, arte, cachivaches y toda clase de tesoros vintage.

Puedes pasar horas curioseando, sin ningún plan concreto. Y eso es justamente lo bonito: dejarte llevar. A mí me encanta caminar despacio, sin reloj, mirando cámaras analógicas que ya nadie usa pero que siguen teniendo historia, hojear libros gastados, tocar cerámicas pintadas a mano, o simplemente ver pasar a la gente. A veces encuentras algo que no sabías que querías hasta que lo ves. Un capricho, una pieza única… o un recuerdo perfecto de Puebla.

Y si el paseo te abre el apetito de algo distinto, puedes cerrar la visita en La Pasita. Es una cantina tradicional, de esas que ya no se fabrican, con décadas de historia y personalidad de sobra. Ahí puedes probar su famoso licor de pasa. Te advierto: es fuerte, raro, y probablemente no te lo tomarías todos los días. Pero tiene algo especial… como el Callejón mismo. Una de esas cosas que, aunque no entiendas del todo, sabes que forman parte del sabor auténtico del lugar.

Fuerte de Loreto

El Fuerte de Loreto es una antigua instalación militar, símbolo de la resistencia mexicana y el escenario donde se libró la famosa Batalla del 5 de Mayo de 1862, en la que el ejército mexicano venció al mejor preparado ejército francés.

Además de su valor histórico, hoy en día es un mirador desde donde puedes tener una de las mejores vistas panorámicas de Puebla. Desde lo alto, la vista es espectacular. La ciudad se despliega hasta donde alcanza la mirada, como un tapiz de tejados, iglesias y calles que parecen no tener fin. Y en el horizonte, los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl enmarcan la escena como dos gigantes dormidos.

Además de la vista, la visita incluye un pequeño museo que guarda objetos, fotos y documentos de la época. Es un recorrido breve, pero lleno de detalles que ayudan a imaginar cómo era la vida entonces. Y es que, mirar el pasado ayuda a entender por qué Puebla es como es hoy: orgullosa de su historia, y siempre mirando hacia adelante.

Museos y arte

Puebla es una ciudad que respira arte por todos lados. No solo en sus iglesias barrocas o en las fachadas coloniales que parecen sacadas de una pintura, sino también en los pequeños detalles: en cada talavera pintada a mano, en sus textiles, en el trazo de un cartel antiguo o en las calles mismas, que muchas veces parecen galerías al aire libre.

Y lo más admirable es cómo ha sabido cuidar ese legado. No se ha quedado anclada en el pasado, sino que lo ha transformado en algo vivo. Hoy, su riqueza cultural se muestra con orgullo en museos de primer nivel, donde el arte, la historia y la identidad poblana conviven con propuestas contemporáneas.

Museo Amparo

El Museo Amparo es, en mi opinión, el más completo e interesante de la ciudad. Está ubicado en una casona colonial restaurada en el centro histórico, pero su interior combina lo antiguo con un diseño moderno, limpio y muy bien iluminado. La colección va desde piezas precolombinas hasta arte contemporáneo, pasando por objetos coloniales, pinturas, textiles, esculturas y documentos históricos.

Una de las cosas que más me gustó fue su terraza panorámica. Después de recorrer sus salas, subí a la azotea para tomarme un café con una vista increíble de las cúpulas, las torres y los tejados del centro de Puebla.

Museo Internacional del Barroco

El Museo Internacional del Barroco es una obra de arte en sí mismo. Por fuera es imponente: su arquitectura blanca, llena de curvas suaves y formas fluidas, parece una escultura gigante más que un edificio.

Por dentro, todo está pensado no solo para que aprendas sobre el barroco, sino que lo te sumerjas en él. Aquí no solo vas a mirar vitrinas, sino que vas vivir una experiencia con todos tus sentidos. Hay proyecciones envolventes, juegos de luces y sonido, escenografías teatrales y piezas originales que te conectan con aquella época.

El recorrido es totalmente inmersivo y muy didáctico, incluso si no sabes mucho del tema. Te ayuda a reconocer cómo el barroco se cuela en la arquitectura, la música, el teatro y hasta en la forma de ver el mundo.

Biblioteca Palafoxiana

La Biblioteca Palafoxiana no es un museo, pero lo he añadido a la lista por lo que representa: arte, historia, y un respeto profundo por el conocimiento. Fue la primera biblioteca pública del continente americano y aquí los libros se guardaban como un tesoro.

Entrar es esta biblioteca es toda una experiencia. En ella reina un silencio casi solemne y está llena de estanterías de madera oscura, perfectamente alineadas que llegan casi hasta el techo. Hay que tener en cuenta que antes de crear esta biblioteca, todo el saber de los libros estaba en Europa, así que empezar a acumular saber aquí fue fundamental para el desarrollo del país.

En 1646, al crear esta biblioteca, Puebla apostó por el conocimiento como algo casi sagrado. Puedes caminar por su nave central e imaginarte la importancia que tuvo hace casi cuatro siglos.

Museo de la Revolución Mexicana

Los hermanos Serdán fueron unas figuras clave en los primeros días de la Revolución Mexicana y este museo se encuentra en la que fue su casa. Su recorrido es como una cápsula del tiempo que te lleva a 1910.

En la casa se conservan muebles originales, fotografías, documentos personales, armas y hasta agujeros de disparos en las paredes que son testigos de lo que pasó en aquellos días. Esto te permite entender cómo vivía la familia Serdán y por qué decidieron luchar contra el régimen porfirista.

Es una muy buena visita para entender toda la situación que acabó forjando el México moderno.

Talleres y museos de Talavera

La Talavera poblana es una de las formas más auténticas de entender el arte de Puebla. Aquí, el arte se toca, se pinta a mano y se cuece con siglos de historia. Hay talleres y fábricas repartidos por toda la ciudad que te permiten ver de cerca cómo se crea cada pieza: desde el primer puñado de barro hasta el último trazo con pigmentos tradicionales.

Y créeme, verlo en vivo impresiona. Todo es artesanal. Todo lleva tiempo, detalle, concentración. Nada es masivo, nada es rápido. Cada azulejo, cada jarrón, cada taza, pasa por manos expertas que siguen técnicas transmitidas generación tras generación. Y cuando ves el resultado final —esas piezas que parecen joyas—, entiendes por qué la Talavera es tan especial.

Muchos de estos talleres tienen pequeñas tiendas o galerías, donde puedes comprar sus piezas. En ellos sabes que adquieres algo artesanal, a la vez que apoyas un oficio que ha sobrevivido gracias a la pasión de quienes lo practican.

Qué hacer en Puebla

Subir al Fuerte de Loreto

El Fuerte de Loreto, como ya mencioné antes, combina historia y buenas vistas. Además de ser el lugar donde se libró la Batalla del 5 de Mayo, es un excelente mirador para observar la ciudad desde las alturas. Subiendo aquí, te haces una idea de como es Puebla desde lo alto a la vez de que te impregnas un poco de la historia de la ciudad.

Es una muy buena actividad para un paseo mañanero o al atardecer. Además, puedes completar la visita con sus museos, que son muy interesantes.

Pasear por el Barrio del Artista

El Barrio del Artista, como su nombre indica, es un barrio con un ambiente muy creativo y lleno de arte. Está lleno de artistas pintando en la calle, mientras charlan con los visitantes, con sus caballetes y sus pinturas.

Además, en el barrio hay muchas cafeterías con terrazas muy bonitas, donde puedes tomar un café mientras disfrutas del ambiente.

Recorrer el Callejón de los Sapos

El Callejón de los Sapos es interesante cualquier día, pero lo mejor es recorrerlo en fin de semana, cuando se transforma en un mercado callejero lleno de antigüedades y objetos curiosos.

En estos días, el Callejón tiene mucha vida y no hay nada mejor que deambular entre los puestos, mezclándose entre la gente y rebuscando entre los miles de objetos curiosos que venden.

Subir a la Estrella de Puebla

La Estrella de Puebla es una noria que ofrece una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad. Se encuentra en la zona moderna de Angelópolis y es perfecta para tener una visión completa de Puebla. Los días despejados hasta puedes ver los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.

Si vas al atardecer, podrás ver como el cielo se va tiñendo y como empiezan a encenderse las luces de la ciudad. Es una buena experiencia para disfrutar en pareja o con la familia.

Comprar en el Mercado El Parián

El Mercado El Parián es el sitio perfecto para encontrar artesanías auténticas. Aquí puedes comprar desde Talavera original hasta textiles bordados, juguetes de madera, máscaras, dulces típicos y café artesanal.

Aquí encontrarás productos de calidad y el trato de los vendedores es muy cálido. Es un lugar que te permite llevarte un pedacito de Puebla a casa.

Excursiones a los Pueblos Mágicos de Puebla

Una de las grandes ventajas de visitar Puebla capital es que tienes varios de los Pueblos Mágicos más bonitos y auténticos de México a muy poca distancia. Cada uno tiene su propio carácter, tradiciones, sabores y paisajes, y son perfectos para una escapada de un día o un fin de semana. Aquí te comparto mis favoritos y lo que puedes esperar de cada uno.

Cholula

A solo 20 minutos de Puebla, Cholula es una escapada muy fácil de hacer y que vale mucho la pena. Es un pueblo con alma universitaria y corazón ancestral, donde la historia y la vida cotidiana conviven sin esfuerzo. Aquí todo tiene contraste: lo antiguo y lo moderno, lo sagrado y lo festivo, lo indígena y lo colonial. Eso es justo lo que lo hace tan especial.

Lo que más llama la atención —aunque no lo parezca a simple vista— es la Gran Pirámide. No tiene la forma típica que uno espera, porque está cubierta por tierra y vegetación, pero guarda un secreto asombroso: su base es la más grande del mundo. Sí, del mundo. Y justo encima, como si el tiempo jugara a superponerse, se levanta el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, una iglesia de tonos mostaza y blanco que parece flotar sobre todo el valle. Desde ahí, si el día está claro, el Popocatépetl se deja ver imponente, como parte del paisaje y de la historia.

Subir hasta la cima, recorrer los túneles arqueológicos que atraviesan el corazón de la pirámide, y ver cómo se entrelazan las raíces prehispánicas con la huella colonial, es una experiencia única. Algo que solo puede vivirse en un lugar como Cholula.

El pueblo tiene un ambiente relajado pero lleno de energía: cafés tranquilos, bares con personalidad, mercados con sabor y muchas opciones para disfrutar la cultura local. Puedes caminar sin mapa, sentarte a tomar una cerveza artesanal o quedarte a escuchar música en vivo mientras cae la noche.

Cholula

Atlixco

A los pies del Popocatépetl se encuentra Atlixco, un Pueblo Mágico que parece vivir en una primavera eterna. Atlixco se conoce como el pueblo de las flores porque su clima templado hace que los jardines, viveros y murales florezcan casi todo el año por igual, llenando cada rincón de vida y alegría.

Atlixco funciona con un ritmo pausado. Puedes pasear tranquilamente por su zócalo lleno de árboles, sentarte frente a la fuente con un helado en la mano, o visitar el exconvento del Carmen. En Navidad, Atilixco se transforma con su famosa Villa Iluminada: un espectáculo de luces, colores y fantasía que parece sacado de un cuento.

Es perfecto si buscas es un plan relajado y paisajes hermosos. Además, si te gustan las plantas, no hay mejor lugar para llevarte una que aquí: los viveros venden directamente y muchas veces a precios mucho mejores que en cualquier ciudad.

Es un lugar que se disfruta sin agenda, solo con ganas de dejarse llevar por los colores… y el buen clima.

Cuetzalan

Cuetzalan es un pueblo que parece salido de una postal. Ubicado en la Sierra Norte de Puebla, este lugar está rodeado de niebla, montañas verdes y cascadas. Sus calles empedradas, su arquitectura colonial blanca con techos de teja y la presencia viva de comunidades indígenas hacen que la experiencia aquí sea completamente distinta.

El viaje es un poco largo (unas 4 horas desde Puebla), pero vale mucho la pena. Puedes visitar la Iglesia de los Jarritos, explorar el mercado local lleno de productos frescos y artesanías, o aventurarte en alguna de sus muchas cascadas y grutas.

Zacatlán de las Manzanas

Como su nombre lo indica, Zacatlán es famoso por su producción de manzanas y derivados como sidra, vinos y dulces artesanales. Este Pueblo Mágico se ubica en la Sierra Norte y tiene un clima fresco que invita a caminar por sus calles rodeadas de neblina, sobre todo en la mañana.

Uno de sus mayores atractivos es el reloj floral, un ícono en el centro del pueblo, y la fábrica de relojes Centenario, donde puedes aprender sobre la creación de relojes monumentales. También puedes caminar por el mirador de cristal del Paseo de la Barranca, desde donde se ve el Cañón de Jilguero.

Sabores de Puebla

La comida en Puebla es parte esencial de su identidad y es algo que redondea la visita. Sus platillos están llenos de historia y muchos de ellos son símbolos de la cocina mexicana a nivel mundial.

Uno de los emblemas es el mole poblano. Oscuro, espeso, con notas dulces, picantes y especiadas, es una receta que lleva más de 20 ingredientes y muchas horas de preparación. Se sirve generalmente con guajolote o pollo y acompañado de arroz. En cuanto lo pruebes, te darás cuenta de por qué es tan famoso.

Las chalupas poblanas son otra delicia sencillas pero llenas de sabor. Son pequeñas tortillas fritas con salsa roja o verde, cebolla y carne deshebrada. En los mercados y puestos callejeros las preparan al momento, y son perfectas como antojito mientras recorres el centro.

Mención aparte merecen los chiles en nogada, especialmente si viajas en temporada (de julio a septiembre). Este platillo, que representa los colores de la bandera mexicana, es un equilibrio entre lo dulce del relleno de frutas y carne, lo cremoso de la salsa de nuez, y lo fresco del perejil y la granada. Es un plato elegante, festivo, y totalmente poblano. Probarlo en Puebla es vivir una tradición gastronómica con más de 200 años de historia.

Si te gustan los dulces, has de saber que Puebla tiene toda una calle dedicada a ellos. La Calle de los Dulces, o 6 Oriente, es una verdadera tentación visual y olfativa. Aquí las vitrinas están repletas de camotes cristalizados, borrachitos, tortitas de Santa Clara, muéganos y más delicias que forman parte del recetario colonial mexicano.

En Puebla hay muchas propuestas contemporáneas. Hay restaurantes de autor que reinterpretan sus platillos típicos con técnicas modernas. Esta fusión entre lo clásico y lo innovador hace que la escena culinaria de la ciudad sorprenda constantemente.

Más allá de restaurantes elegantes, la comida de Puebla también se vive en sus mercados, en sus puestos ambulantes y sus fondas familiares. Allí puedes descubrir sabores auténticos, recetas heredadas y esa calidez que solo se encuentra cuando alguien cocina como en casa. Desde tacos dorados hasta cemitas rellenas, hay opciones para todos los gustos y presupuestos.

Como ves, Puebla tiene muchas cosas que ofrecer y está lo suficientemente cerca de Ciudad de México como para incluirla en tu viaje. Si te animas a visitarla, prepárate para disfrutar de su mezcla entre modernidad y tradición, sus sabores y su buena vibra.

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