Qué hacer en Oaxaca Qué hacer en Oaxaca

Qué hacer en Oaxaca: guía completa para la ciudad y sus alrededores

Oaxaca es un destino que se vive con todos los sentidos. En esta guía te comparto qué hacer, qué comer, qué visitar y cómo conectar con su cultura, su historia y su gente. Desde el centro histórico hasta los pueblos artesanales, pasando por montañas, ruinas y sabores únicos, este recorrido te llevará a conocer Oaxaca a fondo, con consejos y experiencias reales que te ayudarán a planear el viaje perfecto.

Oaxaca es una de las ciudades más importantes del sur de México. A pesar de ser pequeña si la comparamos con otras grandes urbes del país, como Ciudad de México o Monterrey, es una ciudad muy completa que ofrece de todo al que la visita. En ella encontrarás una combinación perfecta de historia, naturaleza, arte, tradiciones vivas y una gastronomía que te cautivará desde el primer bocado.

Oaxaca ha sufrido un boom turístico en los últimos años, a pesar de ello no es una ciudad masificada (excepto en días muy señalados). Resulta una ciudad muy amable de recorrer, tanto andando como en transporte público y es muy segura. Todas estas características han convertido a Oaxaca en un destino muy atractivo para cada vez más viajeros que acuden atraídos por todas las cosas buenas que esta ciudad ofrece.

Un vistazo a la historia de Oaxaca

Oaxaca es una tierra con miles de años de antigüedad. Antes de la llegada de los españoles, aquí florecieron grandes civilizaciones como la zapoteca y la mixteca, cuyas huellas aún se sienten en sitios como Monte Albán, Mitla. Aún hoy en día, muchos pueblos preservan lenguas, usos y costumbres de las antiguas civilizaciones.

Durante el periodo colonial, Oaxaca se transformó en un centro clave del virreinato, con una arquitectura religiosa impresionante, como el Templo de Santo Domingo, y una identidad mestiza profundamente arraigada. Fue cuna de personajes históricos como Benito Juárez y Porfirio Díaz, y ha sido escenario de movimientos sociales y culturales muy importantes para el país.

Hoy en día, Oaxaca es un mosaico vivo de culturas indígenas, tradiciones y expresiones contemporáneas. Su historia no está en los museos: está en la calle, en las fiestas, en la comida y en cada conversación con su gente.

Cómo llegar a Oaxaca

Oaxaca es una ciudad bastante accesible, por lo que resulta bastante sencillo llegar a ella.

Cuenta con su propio aeropuerto, el Aeropuerto Internacional Xoxocotlán (OAX)que recibe vuelos nacionales desde CDMX, Guadalajara, Tijuana, Monterrey y Cancún, además de algunas rutas internacionales.

También es bastante fácil llegar por carretera desde Ciudad de México, ya sea en autobús o en coche rentado. Tan solo hay unas 6 o 7 horas de camino y la autopista México-Puebla-Oaxaca es muy segura y está en buen estado.

Cultura e Historia: Oaxaca en su esencia más pura

Cómo ya hemos dicho, Oaxaca tiene muchísimos años de historia y fue una ciudad muy importante para el virreinato, por lo que cuenta con muchos lugares que son reflejo de un pasado vibrante.

Templo de Santo Domingo de Guzmán, en el centro histórico de Oaxaca

Centro histórico de Oaxaca

Oaxaca es una ciudad que invita a descubrirla caminando. Y su centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad, es un libro abierto de historia y arquitectura. Caminar por sus calles empedradas, rodeado de edificios coloniales de cantera verde, es como pasear por un museo al aire libre.

Uno de los lugares que más impactantes del centro es el Templo de Santo Domingo de Guzmán. Su fachada barroca y el interior restaurado con un retablo impresionante te dejan sin palabras.

Pero más allá de los edificios importantes, me quedo con la riqueza del conjunto del centro histórico en sí mismo. En cada rincón hay una iglesia, una plaza, una tienda de artesanías o cualquier otro punto que merece una pausa.

Museo de las Culturas de Oaxaca

Alojado en el antiguo convento de Santo Domingo, este museo es esencial para comprender la riqueza de los pueblos originarios de la región. Las urnas funerarias zapotecas, los códices mixtecos y las exposiciones temporales son algo que no te puedes perder.
Ahí puedes ver con tus propios ojos el famoso Tesoro de la Tumba 7 de Monte Albán.

Es un buen punto de inicio para sumergirse en la historia y la diversidad cultural de la región y, entre otros muchos objetos, podrás ver con tus propios ojos el famoso Tesoro de la Tumba 7 de Monte Albán.

Basílica de la Soledad

La Basílica de Nuestra Señora de la Soledad es una de las iglesias más queridas por los oaxaqueños. Ubicada en una pequeña colina a unos minutos del centro, su arquitectura barroca es imponente, pero es su interior donde realmente sientes el poder simbólico del lugar. La imagen de la Virgen de la Soledad, tallada en madera y cubierta de oro y piedras preciosas, te deja sin palabras, aunque no seas religioso. Es una virgen muy venerada por los locales, así que trata de ser respetuoso, aunque no compartas sus ritos.

Durante las festividades en su honor, especialmente en diciembre, la explanada se llena de música, bailes, flores y procesiones. El ambiente es solemne pero alegre, y la vista desde la explanada permite una hermosa postal del centro histórico.

Museo Textil de Oaxaca

Este museo es uno de los espacios más delicados y al mismo tiempo más potentes de la ciudad. El Museo Textil de Oaxaca, ubicado en una casona restaurada en el centro, exhibe textiles de todo el estado y del mundo. Las exposiciones son cuidadosamente seleccionadas, con explicaciones detalladas sobre las técnicas de tejido, los materiales naturales y los significados detrás de cada diseño.

Una de las cosas que más me gustó fue ver en vivo a artesanas trabajando en telares, utilizando hilos teñidos con grana cochinilla, añil, pericón y otros elementos naturales. Aquí entiendes que en Oaxaca, un huipil o una servilleta no es un souvenir: es una pieza de identidad, una narrativa hecha hilo a hilo. La entrada es gratuita y siempre hay talleres, charlas y nuevas exposiciones.

Museo Casa Juárez

Ubicado en una sencilla casona del centro, el Museo Casa Juárez conserva el espíritu de uno de los personajes más importantes de México: Benito Juárez. Aquí vivió cuando llegó a Oaxaca desde Guelatao siendo niño, como aprendiz de encuadernador. Esta casa te permite imaginar cómo era la vida cotidiana en el siglo XIX, con mobiliario de época, utensilios, retratos y documentos.

Más allá del contenido museográfico, lo más valioso del sitio es el ambiente que transmite. Caminar por sus pasillos de adobe y piedra, y saber que ahí se formó el primer presidente indígena de México, genera una conexión profunda con la historia del país.

Jalatlaco y Xochimilco

Pasear por barrios como Jalatlaco y Xochimilco es una forma de descubrir un Oaxaca más auténtico, con calles tranquilas, murales coloridos y cafés con encanto. Aquí puedes sentir el pulso de la ciudad lejos del turismo masivo.
Me encantó perderme por estas calles y encontrar panaderías tradicionales, grafitis que cuentan historias y plazas donde los vecinos conversan como si el tiempo no pasara.

Archivo General del Estado de Oaxaca (AGEO)

A las afueras del centro histórico se el Archivo General del Estado de Oaxaca (AGEO), un sitio fascinante que mezcla historia y arquitectura contemporánea. Está ubicado en el antiguo convento de San Francisco y es un archivo que guarda miles de documentos históricos que permiten conocer la evolución política, social y cultural del estado desde el siglo XVI hasta nuestros días.

Además de su importancia como resguardo documental, el edificio ha sido rehabilitado con principios de sustentabilidad y diseño moderno que contrastan, en armonía, con la herencia colonial del lugar. Su museo interno y las exposiciones temporales ofrecen una mirada profunda a la historia oaxaqueña. Es un sitio poco visitado por turistas, pero ideal para quienes disfrutan descubrir rincones poco convencionales.

Naturaleza y Paisajes: Oaxaca al aire libre

Los alrededores de Oaxaca están llenos de lugares naturales que valen muchísimo la pena. Si tienes ocasión de ir más de un día, dale una oportunidad al entorno.

Vistas de Hierve el Agua

Jardín Etnobotánico de Oaxaca

Ubicado justo detrás del Templo de Santo Domingo, el Jardín Etnobotánico de Oaxaca es uno de los lugares más fascinantes de la ciudad, no solo por su belleza visual, sino por su carga cultural. Este jardín fue diseñado para mostrar la biodiversidad del estado y su relación con las culturas originarias. Aquí encuentras cactus enormes, agaves, ceibas, árboles frutales y plantas medicinales que han sido utilizadas por generaciones en la vida cotidiana y los rituales tradicionales.

Las visitas guiadas (imprescindibles para entrar) están llenas de historias sobre los usos tradicionales de las plantas, su simbolismo, y cómo fueron recuperadas tras siglos de colonización y olvido.

Hierve el Agua

A unas dos horas de la ciudad se encuentra uno de los paisajes más impresionantes de México: Hierve el Agua. Se trata de una serie de cascadas petrificadas que parecen fluir en cámara lenta desde una montaña. Estas formaciones naturales se deben a los minerales que se han ido acumulando durante siglos, creando una especie de escultura gigante tallada por el tiempo. A sus pies, se forman pozas de agua templada donde puedes nadar con unas vistas inigualable del valle.

En Hierve el Agua se mezcla entre lo geológico y lo espiritual, con senderos para explorar la zona desde diferentes ángulos. Aunque en ocasiones el acceso se ve limitado por decisiones de las comunidades locales (que gestionan el lugar), cuando está abierto, es una experiencia inolvidable.

Monte Albán

A tan solo 15 minutos del centro de Oaxaca, en lo alto de una montaña, se encuentra Monte Albán, una de las ciudades más importantes de Mesoamérica. Fundada por los zapotecas y luego habitada por los mixtecas, esta zona arqueológica tiene una energía muy especial.

Es un lugar que invita a pasar horas explorándolo. Desde los juegos de pelota hasta los basamentos piramidales, cada estructura cuenta algo sobre la vida ceremonial, política y astronómica de estas culturas. Además, en el pequeño museo del sitio puedes ver piezas encontradas durante las excavaciones.

San José del Pacífico

Para quienes buscan montaña, neblina y aire puro, San José del Pacífico es el espacio ideal. Este pequeño pueblo en la Sierra Sur de Oaxaca, a medio camino entre la ciudad de Oaxaca y la costa, es famoso por su clima fresco, sus vistas entre las nubes y por ser un centro de espiritualidad y medicina tradicional.

Hay muchas cabañas para hospedarse y senderos que puedes recorrer solo o con guía. Desde miradores naturales hasta experiencias más introspectivas como temazcales o sesiones de meditación, este es un lugar para reconectar con uno mismo y con el entorno. Si tienes suerte, puedes observar colibríes, águilas y hasta venados en libertad.

Sierra Norte de Oaxaca (Ecoturismo en los Pueblos Mancomunados)

Si te gusta el senderismo, el ciclismo de montaña o simplemente caminar entre bosques nublados, los Pueblos Mancomunados de la Sierra Norte te van a encantar. Este sistema comunitario incluye pueblos como Benito Juárez, Cuajimoloyas, Latuvi y Lachatao, todos conectados por una red de ecoturismo administrado por los propios habitantes. Cada pueblo ofrece cabañas rústicas, comida tradicional y actividades guiadas.

Lo más admirable de esta zona es que el turismo sirve como motor para preservar los bosques, generar empleo local y fortalecer la identidad indígena. Los paisajes son de postal: montañas cubiertas de nubes, ríos cristalinos, puentes colgantes, y una biodiversidad increíble. Además, el trato de la gente es cálido y generoso. Es el tipo de turismo que debería de tener más presencia en México, ofreciendo experiencias más auténticas a los viajeros y ayudando a crecer a las comunidades.

Pueblos cercanos y tradiciones vivas

Cerca de Oaxaca se encuentran un puñado de pueblos que se caracterizan por mantener vivas tradiciones y oficios ancestrales. Cualquiera de ellos vale muchísimo la pena.

Ruinas de Mitla

Mitla

San Pablo Villa de Mitla es un pueblo que resume la grandeza de las culturas originarias de Oaxaca. A diferencia de Monte Albán, que se construyó sobre lo alto, Mitla fue una ciudad ceremonial construida a ras del suelo y con un enfoque más espiritual. Sus edificios están decorados con mosaicos geométricos grabados en piedra, sin ningún tipo de adhesivo. Es un verdadero rompecabezas milenario que sigue asombrando a los arqueólogos y visitantes por igual.

Más allá de las ruinas, el pueblo vibra con identidad zapoteca. Durante el Día de Muertos, las calles se llenan de velas, ofrendas y música, en una mezcla de solemnidad y celebración que se siente única. Puedes visitar talleres de textiles, probar el pan de muerto tradicional y ver cómo la cultura vive más allá de los museos. Mitla es historia viva.

Teotitlán del Valle

Situado a solo 40 minutos de Oaxaca, Teotitlán del Valle es sinónimo de telares, colores naturales y una tradición artesanal que se transmite de generación en generación. En este pueblo zapoteca, el tejido en telar de pedal es una forma de vida. Al entrar a los talleres familiares, puedes ver cómo se hilan las fibras de lana, cómo se preparan los tintes con plantas, minerales o insectos (como la grana cochinilla), y cómo cada pieza toma forma con paciencia y maestría.

Visitar un taller y ver el proceso de tejido es fascinante, y es una forma de apoyar a las comunidades locales. Además, el pueblo tiene una energía tranquila, casi meditativa. Hay una iglesia colonial construida con piedras de antiguos templos prehispánicos y un pequeño mercado donde puedes comprar directamente de los artesanos.

San Martín Tilcajete

San Martín Tilcajete es uno de los dos principales pueblos oaxaqueños donde nacen los alebrijes: figuras fantásticas talladas en madera y pintadas con detalle alucinante. Aquí, caminar por sus calles es como entrar a un museo viviente. Las casas-taller están abiertas al público, y muchas familias te invitan a ver todo el proceso: desde la recolección del copal, el tallado y el secado, hasta el minucioso trabajo de pintura.

Lo más impresionante es que cada alebrije es como un ser vivo. Los artesanos te cuentan historias sobre sus creaciones: qué representan, cómo fueron inspiradas por sueños o leyendas familiares. Además, el pueblo organiza una gran feria de alebrijes cada año, donde puedes ver piezas monumentales y conocer a artistas jóvenes y consolidados.

San Antonio Arrazola

Vecino de Tilcajete, el pueblo de San Antonio Arrazola también es conocido por sus alebrijes, pero con un estilo un poco más sobrio y detallado. Aquí, muchas de las figuras son animales reales transformados con un toque mágico, o seres híbridos inspirados en la mitología zapoteca. Las familias artesanas son muy accesibles y te reciben con gusto, explicando cada etapa del proceso.

Este pueblo tiene una vista increíble del Monte Albán y está muy cerca de la ciudad de Oaxaca, por lo que es ideal para una visita de medio día. Si te gusta comprar arte directamente del creador, este es el sitio. Además, algunos talleres ofrecen experiencias donde puedes pintar tu propio alebrije. Es una gran forma de llevarte no solo un recuerdo, sino una conexión directa con la creatividad oaxaqueña.

Santa María Atzompa

Atzompa es famosa por su alfarería tradicional de barro verde. A solo unos kilómetros de la capital, este pueblo ha producido cerámica desde tiempos prehispánicos. La técnica de vidriado le da a las piezas un brillo muy característico, y puedes encontrar desde platos y cazuelas hasta esculturas decorativas.

Además de visitar talleres y tiendas, puedes subir a la pequeña zona arqueológica de Atzompa, que ofrece una vista espectacular del valle. Este sitio arqueológico es mucho menos visitado que Monte Albán, pero igualmente fascinante. Y si tienes tiempo, pasa por el mercado local donde muchas mujeres venden sus piezas directamente, manteniendo viva una economía basada en el conocimiento ancestral.

Gastronomía Oaxaqueña:

La gastronomía de Oaxaca es una de las más reconocidas del país por su profundidad, su diversidad y su conexión con la historia y la tierra. No te puedes ir de Oaxaca sin probar el mole (especialmente el mole negro), las tlayudas, los chapulines, las memelas, las empanadas o los tamales.

Mercado 20 de Noviembre

El Mercado 20 de Noviembre tiene un ambiente vibrante y está lleno de puestos de comida tradicional donde podrás probar de todo. En mi última visita probé el mole negro, los chapulines tostados y el queso de bola.

Si te gusta lo picante, no te pierdas los moles de todos colores y sabores. Y si prefieres lo dulce, prueba el nicuatole o el pan de yema.

Degustaciones de mezcal

Oaxaca es la cuna del mezcal. En Oaxaca puedes descubrir un montón de mezcalerías pequeñas donde los productores locales ofrecen degustaciones y explican todo sobre esta bebida emblemática. Allí aprenderás sobre los tipos de agave, los métodos de producción y cómo detectar un buen mezcal.

Oaxaca no es un destino para recorrer a prisa. Es para saborear, para aprender, para mirar y escuchar con atención. Cada esquina tiene algo que contar, cada platillo tiene una historia y cada comunidad guarda un saber ancestral.

Si estás buscando qué hacer en Oaxaca, la respuesta es simple: todo. Porque aquí, todo suma, todo aporta, todo te transforma.

Así que arma tu itinerario, pero déjate espacio para lo inesperado. Porque en Oaxaca, lo más bonito muchas veces no está en la guía, sino en lo que descubres al andar.

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